
“La patada a la escalera” (Kicking Away the Ladder) es un libro del economista Ha-Joon Chang publicado en 2002 donde ofrece una perspectiva alternativa a la del Consenso de Washington sobre el libre comercio (que afirma que los países deben eliminar las barreras arancelarias y abrirse al mercado mundial para generar riqueza y puestos de trabajo).
Durante su visita a la Argentina el año pasado, el profesor en Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Cambridge explicó su tesis sobre cómo los países desarrollados usaron el proteccionismo para luego impedírselo a otros.
“Es como que alguien que llegó a la cima con una escalera después la patee para que nadie más suba (…) Los países desarrollados arman el esquema para patear la escalera”, seañaló en mayo pasado, además de lamentar la ventana de oportunidad perdida por nuestro país, luego de la denominada “Primavera Kirchnerista” y posterior mega endeudamiento con el FMI durante la administración Macri.
BENEFICIO MUTUO
A continuación, reproducimos los párrafos finales del ensayo escrito por Chang y basado en su propio libro. (El PDF completo se encuentra disponible en la red bajo el título “La patada a la escalera – la verdadera historia del libre comercio” )
“(…) Si el lector es un economista neoliberal, ha de hacer frente a una paradoja. Cuando los países en desarrollo utilizaron políticas comerciales e industriales «malas», durante los años 1960-1980, crecieron mucho más rápido que cuando utilizaron políticas «buenas» (o al menos «mejores») durante las dos décadas siguientes. La solución obvia a esta paradoja es aceptar que las políticas supuestamente «buenas» no son realmente buenas para los países en desarrollo, mientras que las políticas «malas» son realmente buenas para ellos. Esto resulta confirmado además por el hecho de que esas políticas «malas» sean también las que los países hoy desarrollados aplicaron cuando eran países en desarrollo.
“En vista de todo lo anterior, lo único que se puede concluir es que en su recomendación de políticas supuestamente «buenas», los países hoy desarrollados están dándole en efecto una patada a la escalera por la que subieron, poniendo así la escalera fuera del alcance de los países en desarrollo.
“Puede aceptarse que esa «patada a la escalera» se haga con buenas intenciones (aunque con mala información). Quizás hay políticos e intelectuales de los países hoy desarrollados que recomiendan el liberalismo comercial creyendo sinceramente que sus propios países se desarrollaron mediante políticas de libre comercio y laissez-faire, y que desean que los países en desarrollo se benefician de las mismas políticas. Sin embargo, eso no es menos dañino para los países en desarrollo. De hecho, puede ser más peligroso que la «patada a la escalera» basada en el puro interés nacional, pues quien defiende una idea por jactancia puede ser más obstinado incluso que quien la defiende por propio interés. Sean cuales sean las intenciones que haya tras la «patada a la escalera», el hecho es que estas políticas supuestamente adecuadas no han podido generar durante las dos décadas pasadas el prometido dinamismo de crecimiento en los países en desarrollo. De hecho, en muchos países en desarrollo el crecimiento simplemente se ha derrumbado. Entonces, ¿qué hacer? Dar un plan detallado de acción está fuera del alcance de este artículo, pero sí se puede apuntar lo siguiente: Para empezar, la experiencia histórica del desarrollo de los países desarrollados debe difundirse más extensamente. No se trata solo de escribir «la historia verdadera», sino de permitir que los países en desarrollo opten con conocimiento de causa. No es mi intención dar la idea de que cada país en desarrollo debe adoptar una estrategia activa de la promoción de la industria naciente como Gran Bretaña en el siglo XVIII, EE.UU. en el XIX o Corea en el XX. Algunos países pueden beneficiarse siguiendo el modelo suizo o el modelo de Hong-Kong. Sin embargo, esa opción estratégica debe hacerse sabiendo que casi todos los países exitosos utilizaron históricamente la estrategia opuesta para hacerse ricos.
“Además, las condiciones de política comercial y económica que exigen el FMI y el Banco Mundial para brindar asistencia financiera deben cambiar radicalmente. Esas condiciones deben basarse en el reconocimiento de que muchas de las políticas que se consideran malas de hecho no lo son y que no puede haber una política «idónea» que todos deben utilizar. Por otra parte, las reglas de la OMC y otros acuerdos comerciales multilaterales deben reescribirse de manera tal que permitan un uso más activo de medidas de promoción de la industria naciente (por ejemplo, aranceles y subsidios). Si los países en desarrollo pueden adoptar políticas (e instituciones) más apropiadas a su etapa de desarrollo y a las condiciones a las que han de hacer frente, podrán crecer más rápidamente, como hicieron de hecho durante los años sesenta y setenta. A largo plazo, eso no solo beneficiaría a los países en desarrollo, sino también a los países desarrollados, pues aumentarían las oportunidades de comercio y de inversión disponibles para los países desarrollados en los países en desarrollo. La tragedia de nuestro tiempo es que los países desarrollados no son capaces de darse cuenta de esto”.