Escribe: Gonzalo Viscardi✒
Lo sabemos: El 12 de octubre de 1492 marca un momento trascendental en la historia global. El encuentro entre “dos mundos”, Europa y América, transformaría irreversiblemente el curso de la humanidad. La conmemoración de este evento implica, necesariamente, considerar las complejas circunstancias que dieron lugar a este encuentro, y cómo redefinieron el mercado global para siempre.
En el siglo XV, Europa estaba inmersa en un período de profundos cambios económicos y sociales. El auge del comercio y las ciudades llevó a un aumento en la riqueza y el poder de las clases comerciantes. Sin embargo, esta prosperidad también llevó a una demanda creciente de bienes de lujo, especialmente especias y seda, que eran difíciles de obtener y transportar desde las rutas tradicionales a través de Asia hacia Europa.
La búsqueda de rutas comerciales más cortas y rentables hacia el Este llevó a los europeos a explorar las vastas aguas del Atlántico, llevándolos eventualmente a las costas de América.
Este encuentro, aunque inicialmente accidental, marcó el comienzo de una nueva era en el comercio global. Las riquezas inesperadas de América, desde el oro y la plata hasta alimentos como el maíz y la papa, no solo llenaron los cofres de las potencias europeas, sino que también alteraron las dinámicas económicas y sociales en ambos lados del Atlántico.
Para Europa, el flujo constante de metales preciosos desde América ayudó a financiar la expansión económica y militar, creando una economía global basada en la acumulación de capital. Sin embargo, en América, esta explotación económica tuvo consecuencias devastadoras para las poblaciones originarias, cuyas culturas y sociedades fueron transformadas y, en muchos casos, destruidas por la colonización europea.

La explotación económica de América tuvo consecuencias devastadoras para las poblaciones originarias, a lo que se sumó la tragedia del tráfico de esclavos africanos.
La llegada de nuevas plantas y cultivos también llevó a una redefinición del paisaje agrícola en todo el mundo. Productos como el maíz y la papa se difundieron rápidamente por Europa, Asia y África, cambiando las dietas y la producción de alimentos de las poblaciones en todo el mundo.
Este encuentro también marcó el inicio del comercio transatlántico de esclavos, un capítulo oscuro en la historia de la humanidad que tuvo un impacto profundo en la demografía y la economía de África, América y Europa. Los africanos esclavizados fueron llevados a América para trabajar en plantaciones y minas, contribuyendo significativamente al crecimiento económico de las colonias europeas en términos de aporte de riqueza unidireccional hacia las metrópolis.
Al reflexionar sobre el 12 de octubre, es esencial reconocer las complejidades de este evento histórico. Mientras ¿celebramos? el intercambio cultural y las conexiones globales que surgieron de este “encuentro”, también debemos confrontar las injusticias y desigualdades que resultaron de la expansión europea en América. La historia nos enseña que el progreso económico y social a menudo viene acompañado de desafíos éticos y morales, y es nuestra responsabilidad como género humano abordar estas cuestiones considerando siempre si, luego de más de 4 siglos, es que avanzamos hacia un planeta más justo, racional y equitativo para todos.