Dos ingenieros sanjuaninos prometen revolucionar el mundo de las calles y carreteras tras patentar un nuevo material para elaborar pavimento. Se trata de “Liganus”, un ligante sintético que busca reemplazar con más durabilidad y a un menor costo al asfalto convencional, dado que el polímero que proponen ni siquiera necesita ser calentado para su aplicación, ya que se trabaja a temperatura ambiente.

Se calcula que el asfalto convencional se agotará en 15 o 20 años.
Según comentan Jorge Mora y Roberto Vivas, la idea surgió hace 6 años en el seno de la Universidad Nacional de San Juan, casa de altos estudios donde obtuvieron sus títulos de Ingeniero Civil y Químico, respectivamente.
El asfalto convencional es un derivado del petróleo cuyo uso en caminos se remonta a 600 años A.C. y su uso “moderno” tal como lo conocemos hoy se inicia en el siglo 18. Más allá de la tecnología de aplicación, prácticamente nada o muy poco ha cambiado desde entonces, salvo su disponibilidad: se calcula que en 15 o 20 años a más tardar, no habrá más pozos petroleros “convencionales” de dónde extraerlo.
Por esa razón, el descubrimiento de los dos ingenieros sanjuaninos tiene la potencialidad de impactar a nivel global. De hecho, hace años ya que la propia Argentina importa su asfalto. En ese sentido, los inventores señalan que con el mismo dinero que Argentina ahora mismo pavimenta 1 millón de metros cuadrados, con este material se va a poder pavimentar 3 y con mayor vida útil que el asfalto convencional.
Mora y Vivas encontraron el ligante luego de 82 ensayos. Dadas las limitaciones de los equipos disponibles en la Universidad de San Juan, continuaron sus estudios con la Universidad de La Plata, que cuenta con el laboratorio de Asfaltos más importante de Latinoamérica.
Los resultados obtenidos fueron tan contundentes, que ambos ingenieros firmaron un contrato con la Universidad de Texas y la de Hawaii, para corroborar los resultados obtenidos en La Plata y asumir todos los costos de pavimentar un tramo de carretera con el “Liganus”.
“Como la serie de Di María, hemos tenido que derribar muchos muros de preconceptos. Cómo podía ser que de un país pobre y con poca producción de ciencia va a salir algo que el mundo viene buscando hace más de 100 años. Es por eso que en el contrato que firmamos con las universidades de Estados Unidos, nos tomamos el trabajo de dejar constancia de que la patente es de Argentina”, señalaron.