La charla tiene lugar a pocos metros de la plaza Italia, en la casa paterna, a la que vuelve cada viernes y se va los lunes, rutina que inició en sus años de estudiante universitario. Es el hermano mayor de Jorge Varela, quien supo ser concejal e intendente de Campana; diputado y ministro bonaerense. Pero el Dr. Oscar José Varela tiene su propio y más que extenso currículum en el campo de la Química Orgánica.    

Nacido y criado en Campana, Varela todos los fines de semana vuelve a nuestra ciudad.

Cuando uno crea una molécula juega el talento, el trabajo y un poco la suerte también. Nosotros lo que hicimos fue diseñar una molécula que no existe en la naturaleza y por eso la pudimos patentar”, dice para explicar tanto revuelo periodístico alrededor de la molécula DAD9, bautizada “Pegasus”, como el caballo alado de la mitología griega.

Asociados a la biotecnológica norteamericana Sky Bio LLC, investigadores el CONICET, de la Universidad Nacional de Tucumán y de la Universidad de Buenos Aires, desarrollaron y patentaron la Pegasus.

Potencialmente capaz de mejorar los síntomas y evitar la progresión de los daños neuronales ocasionados por la enfermedad de Parkinson, la Pegasus es un candidato a fármaco que consiguió superar la etapa de laboratorio y ahora se espera la autorización necesaria para iniciar las pruebas en humanos. De resultar positivas estas pruebas, podría convertirse en una opción a la Levodopa, fármaco que se usa hace más de 60 años para tratar el Parkinson y que puede generar efectos adversos.

Crear una molécula es un poco como jugar a ser Dios ¿no?

Exacto. Eso es lo que me gustaba de la química y lo que me movilizó desde muy chico. Yo tenía un  kit química con el que jugaba cuando tenía 8 ó 9 años…

¿Quién se lo regaló?

Mi tía Amelia, que además era mi madrina. Yo andaba mezclando cosas, calentando flores para hacer perfumes ¡por supuesto que sólo obtenía unas sopas inmundas! (Ríe). Pero algo vio mi tía en todo eso y me regaló ese kit… La química es un poco mágica, hay reacciones que tienen una cierta cinética, un cierto tiempo para que ocurran y cuando ocurren dan un cambio perceptible, por ejemplo, un cambio de color. Las instrucciones decían cosas por el estilo de si vos le agregás esto y contás hasta 10 va a pasar esto y explicaba por qué… era un juguete que me fascinaba. Bueno, fue así que cuando terminé la secundaria en la Escuela Normal, me anoté en la UBA. Obtuve mi licenciatura, después seguí con el doctorado, luego un post doctorado en EE.UU. y finalmente entré en el CONICET.

Usted tiene dos patentes más. Pegasus sería la tercera…

Una de las líneas de investigación en el laboratorio, siempre sobre Síntesis Orgánica (es decir crear moléculas nuevas) fue utilizar hidratos de carbono para hacer polímeros, de manera tal que sean muchos más benignos para el medio ambiente: mientras que los plásticos creados a partir del petróleo no se degradan fácilmente; los plásticos derivados de hidratos de carbono son biodegradables, no contaminan el ambiente… en general, toda la química de Síntesis Orgánica es menos contaminante. Así, a partir de azúcares hicimos un poliuretano que es biodegradable. Lo patentamos a fines de los ’90.

¿Y tuvo una aplicación industrial?

Estuvieron viendo… lo que pasa es que las propiedades que tiene lo que patentamos no se ajustan demasiado a las necesidades y algunas veces hay que hacer transformaciones. Y una vez que se transforma, ya no es la misma patente. Es decir, esa aplicación se usó, me consta que hay derivados de nuestros compuestos que se utilizan, pero no son exactamente los compuestos que nosotros describimos. Pero abrimos un camino.

¿Y la otra patente?

Es provisional todavía. Como Pegasus, también está relacionada con el Parkinson, y está pensada para la detección temprana de la enfermedad. Es un método de diagnóstico que todavía no existe como tal.

Suponiendo que todo prospera, y finalmente se patenta un medicamento a partir de la Pegasus, ¿Hay un retorno para el CONICET? Hablo en términos de autofinanciamiento…

En realidad, en este caso contamos también con financiamiento privado. Es una empresa biotecnológica norteamericana que está radicada en el país la que nos dio la posibilidad de comprar reactivos y equipos indispensables para este tipo de investigaciones. Tenemos un convenio de Investigación y Desarrollo que incluye a esta empresa, a los investigadores de la Universidad de Tucumán liderados por la Dra. Rosana Cheín; y a mi equipo de la UBA y el CONICET. Si se llega a un resultado favorable, ese convenio describe cómo se dividen las regalías. El CONICET es el propietario de la patente, así que de generarse dinero oportunamente se va a reinvertir en el sistema científico argentino. De todos modos también hay que decir que hoy estamos muy mal en la parte económica en cuanto al financiamiento del CONICET por parte del Estado. Es un tremendo error, porque cuando los grupos de investigación se desarman, volver a armarlos es muy difícil… Yo me jubilé hace poquito con 50 años de aportes: empecé en la UBA como Ayudante de 2da. cuando tenía 22 años. Luego hice toda la carrera: Ayudante de 1ra., Jefe de Trabajos Prácticos, Profesor… hasta llegar a Profesor Titular. Incluso llegué a Profesor Titular Plenario, que es un reconocimiento a los profesores más destacados de la universidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que un equipo de trabajo no se arma así nomás, son muchos años de formación de recursos humanos… Por ejemplo, uno de mis primeros tesistas hoy es profesor en la Universidad de Roma. Otra tesista hoy es investigadora en el Imperial College de Londres. La industria privada está llena de gente que en algún momento trabajó bajo mi dirección… es decir, la formación de recursos humanos a través de la investigación básica es invaluable. Desfinanciar y desarmar todo eso no tiene ninguna lógica…

Está el antecedente de Domingo Cavallo que en los 90’s directamente los mandó a lavar los platos…

Exactamente. La realidad es que el Estado argentino hace décadas que invierte en investigación, pero invierte poco. Ni hablar con estas medidas restrictivas que se están tomando en este gobierno. Lo básico pasa por la Salud, la Educación y la Seguridad… después se discutirá otras cuestiones, pero hay cosas que son indelegables. No se puede decir alegremente que el Estado no existe, que todo lo que viene del Estado es malo. Desfinanciar al sistema científico argentino es un serio problema porque se rompe un círculo virtuoso que lleva generaciones armar: el Estado pone plata, en las universidades se forma gente, esa gente va a las industrias, y las industrias colaboran con el desarrollo del país. A mí me parece que ir contra el CONICET no resiste análisis.

Varela recibió el Premio Consagración 2023 otorgado por Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturaleza a la actividad científica excepcional. Diez años antes recibió un Diploma al Mérito de la Fundación Konex.

No sería su caso, porque además acaba de patentar una molécula. Pero se quiere instalar algo así como un desmanejo del sistema científico, “planeros” de la ciencia cuyas investigaciones son de dudosa utilidad.

Es un error pensar así, en el CONICET está todo muy controlado. Los investigadores tenemos que presentar un informe de avance cada 2 años. Ese informe va a una comisión y se evalúa. Uno empieza como Investigador Asistente, después pasa a Adjunto, Independiente, Principal, y Superior, que es el cargo más alto. En cada uno de estos escalafones hay una comisión que controla la evolución de las investigaciones en marcha, incluso si ese investigador a su vez está formando nuevos recursos humanos… Pero además, está lo que se llama la Junta, que revisa y evalúa lo actuado por las comisiones. De hecho yo integré esa Junta varios años. Las investigaciones son diversas, asumo que las ciencias duras son más fáciles de evaluar, porque uno produce o no; y otras vinculadas a las ciencias sociales o blandas, podrán ser más opinables pero todo depende con el cristal con que se mire… Hace 20 años habría sido cuestionada la utilidad de una investigación sobre temas de género, y hoy diríamos que fue una investigación visionaria que se adelantó a su tiempo… No me consta que haya gente improductiva en el CONICET.

Usted vivió la transición de la tiza y el pizarrón a la informática. Y ahora nos estamos asomando a la Inteligencia Artificial. La IA, ¿podría llegar a acelerar los tiempos de investigación?

Ya existen algunos programas, por ejemplo el Reaxys, en el que uno dibuja un compuesto de partida y uno final. El programa propone diversas rutas para llegar a ese resultado. Pero en ese punto entra a jugar necesariamente el factor humano, porque la máquina postula caminos que, después, no son fáciles de concretar… Cuando uno busca sintetizar una molécula que puede llegar a tener actividad biológica efectiva, hay que, además, optimizar los pasos para conseguirla, buscar y obtener buen rendimiento en la reacción, que los pasos realizados sean replicables y escalables a nivel industrial… Entonces, la inteligencia humana ahí todavía es irremplazable. Nosotros inventamos la molécula Pegasus, pero en general, toda la informática disponible hasta el momento trabaja sobre cosas que ya existen. Es decir, el inventor sigue siendo el hombre… A nosotros se nos ocurrió poner en la molécula una parte de Dopamina que es un neurotransmisor que está en le cerebro, agregar un neuroprotector, y unirlos a través de un conector… todo eso surge de la inteligencia humana. Habría que ver si la IA va a poder crear cosas así.

¿Todo ocurre dentro de una olla donde se cocina una sopa? ¿O se manipulan y empujan cosas microscópicas para que la magia suceda?

Un poco y un poco. Cuando uno quiere hacer una síntesis orgánica, como lo es la molécula Pegasus, primero hay que definir qué quiero que tenga. Entonces, se diseña el punto de partida y a dónde se quiere llegar. En el camino, hay diversos pasos, transformaciones graduales. Y eso es parte de la experimentación: voy a mezclar A con B para obtener C. Y resulta que A con B me dan D… reaccionan de otra manera, de una manera no específica o no selectiva (como se le llama en Química a ese comportamiento) Entonces uno tiene que ir controlando ese paso a paso, para lo cual hay toda una metodología analítica: saber qué se obtuvo a partir de ciertas señales que pueden verificar o visualizar a través de aparatos. Y si no funcionó, se modifican las condiciones de reacción: la temperatura, los solventes, se puede agregar un catalizador… todo eso es lo apasionante, es un trabajo de constante investigación.

En una entrevista la Dra. Cheín señaló que todo empezó hace unos 10 años, ¿Cuánto tiempo trabajó su equipo para sintetizar la molécula?

Rosana nos convoca en 2017, y empezamos a realizar los primeros ensayos. Se sabía que las Doxiciclinas (que son antibióticos comunes de segunda generación que se utilizan desde los años 50’s para las enfermedades bacterianas) forman parte de las Tetraciclinas. Y, de manera casual, se encontró que además de antibióticas, tenía propiedades neuro protectoras, y de ahí surge la idea de utilizarla para tratar la enfermedad de Parkinson.

¿Cómo que de causalidad?

Muchas investigaciones se realizan con ratas de laboratorio y, como en general tienden a enfermarse, se las trata con un antibiótico de manera preventiva. Sucede que a través de un compuesto químico, se les induce a un grupo de ratones la sintomatología similar al Parkinson para poder estudiarlos. Y notaron que había ratones que no se enfermaban de este Parkinson inducido. Cuando se pusieron a ver qué pasaba, llegaron a la conclusión que eran inmunes al Parkinson inducido gracias a la Doxiciclina.

Al margen, no sabía que el Parkinson se puede inducir en laboratorio… ¡No me quiero imaginar algo así en manos de la CIA!

(Ríe) Se pueden hacer muchas cosas, más de las que la gente imagina… Bueno, la cuestión es que la Dra. Roxana Chehín estaba investigando estas cuestiones…

Ah… pero qué interesante: una cosa es que Cheín haya leído un “paper” científico, y otra ella que haya interactuado con aquellas ratas de laboratorio.

La verdad no lo tengo claro. Ella estaba trabajando con un grupo de Francia y esto pasó en ese ambiente. Justamente esta semana me veo con ella y le voy a preguntar, es interesante saber ese dato. La cuestión es que la Doxiciclina tiene el problema de ser un antibiótico, y un antibiótico para un uso prologando, produce resistencia…

Que es lo que está pasando con los antibióticos en general…

Claro. Y es algo terrible. Muchas veces no se degradan, y a través de la orina llegan a la naturaleza, están encontrando antibióticos por todos lados… La cuestión es que Rosana vino a hablar con nosotros para ver si había alguna manera de que la Doxiciclina conservara su perfil neuroprotector, pero perdiera esta característica de antibiótico. Por suerte, pudimos identificar la parte que interactúa con una molécula involucrada en el Parkinson, que es distinta a la parte donde reside la actividad antibiótica. Así, a través de reacciones químicas, pudimos eliminar esos grupos relacionados con los antibióticos y mantuvimos intacta la parte neuroprotectora. Pero además, nosotros lo queríamos unir a la Dopamina, para lo cual tuvimos que agregarle grupos funcionales que permitieran hacer esa unión. Así arribamos a una Doxiciclina modificada completamente, sin propiedades antibióticas, y con actividad antiparkinsoniana eficiente porque la molécula además tiene Dopamina que es un neurotransmisor, lo cual es funcional a todo lo que estamos buscando en relación al tratamiento del Parkinson.

Saliendo del Parkinson, y yendo a algo más cotidiano… Yo me tomo una pastilla porque me duele la cintura ¿Cómo es que ese químico que tomé termina en el lugar que necesito?

Porque existen receptores en el cuerpo. Si vos tomás algo que te va a activar, en este caso, un músculo, es porque existe un receptor específico del músculo. Va a ese lugar porque es el único por donde puede entrar… es como una llave que encaja en la cerradura que corresponde. Esa cerradura es el receptor. Es muy interesante. Por ejemplo, yo daba un curso de Química Orgánica en tercer año de la facultad y en una parte veíamos un grupo funcional que son las Aminas, que son derivados orgánicos del Amoníaco. Y las Aminas están muy relacionadas con la llamada “química del amor”, por ejemplo la Dopamina…  Está estudiado qué pasa cuando nos enamoramos. Cuando uno ve a una persona por la que se siente atraído, se desata una cascada de reacciones químicas que involucran numerosos neurotransmisores.

¿Se podría generar una pandemia amorosa a partir de una pastilla?

No sé si a ese nivel, pero sé que hay experimentos con ratas de laboratorio. Cuando les ponen unos neurotransmisores específicos en el momento del apareamiento, el ejemplar hembra queda fidelizado al macho, y para volver a reproducirse lo busca a él cuando en realidad las ratas no tienen conductas, digamos, monogámicas. Más aún: se sabe que la Serotonina produce el acostumbramiento de la pareja, se tiende a la monogamia. Es decir, la monogamia tendría una respuesta química, además de la meramente psicológica o racional.

¿Por dónde va la Química Orgánica hoy? ¿Cuál es la tendencia?

Hay mucha investigación en marcha volcada hacia la Biología. Por ejemplo, en este momento se pueden hacer moléculas a partir de las cuales se registran procesos que ocurren dentro de la célula. Hablamos de procesos a nivel celular que antes eran imposibles de mapear, y ahora las moléculas se marcan y las podés seguir: si está en la mitocondria, si se movió al citoplasma…

¿Esto estaría asociado a la cura del Cáncer?

Más bien a estudios de procesos metabólicos en general, a los que el Cáncer no escapa, porque el Cáncer es una alteración metabólica que produce el crecimiento descontrolado de células. Los avances que se están haciendo en este campo son muy interesantes… ni hablar de los Anticuerpos Monoclonales. Ahí tenés la prueba de la importancia de la Investigación Básica: Milstein trabajaba con los Anticuerpos Monoclonales, y a partir de lo que el descubrió, se lograron muchos avances en la ciencia, incluyendo nuevas terapias para el cáncer. Es decir, a veces uno llega a un hallazgo, después se ve para qué sirve esa nueva información con la que antes no contábamos.

Junto al equipo de investigadores que dirige en Centro de Investigaciones en Hidratos de Carbono (UBA-CONICET) en Ciudad Universitaria.

Según la OMS, el Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años y se entiende que hace 60 años que en Parkinson no hay novedades relevantes… ¿Puede ser que un vecino de Campana sea en un futuro no muy lejano candidato al Premio Nobel?

(Ríe) Agradezco el optimismo, pero no creo que sea para tanto. Todavía falta mucho para verificar si Pegasus funcionará en humanos y de ser así, qué tanto logramos avanzar. Ya será bastante premio para la ciencia argentina haber hecho una contribución al tratamiento de esa cruel enfermedad.  El desarrollo de esta molécula -que fue diseñada, sintetizada, caracterizada y evaluada en laboratorios nacionales- pone de manifiesto la capacidad que tenemos los argentinos y las argentinas de enfrentar un problema y poder llegar a una resolución satisfactoria.

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