Escribe: Silvina Torviso
Hay libros que me generan necesidad de escribir algo, de comunicar la experiencia que me produjo su lectura. Pienso que es una forma de fijarla, de hacerla más densa, de no olvidarla.
Uno de esos libros es “Nuestra parte de la noche“, de Mariana Enríquez. No era, precisamente, fan de esta escritora, había leído un par de cosas que no me habían conformado mucho. Es más, siempre consideré que su reconocimiento era desmedido, su fama exagerada. Hasta que (mi hijo) Sebastián me pasó esta novela.
Nunca consideré que el hecho de que un texto sea atrapante implique un mérito artístico en sí mismo, pero en esta oportunidad, esta novela llegó a mí en un momento en que la evasión, la inmersión hipnótica en la ficción son sensaciones que agradezco, tal vez necesito.
Tampoco soy amante del género –es una novela con elementos del terror- pero la originalidad de la trama, los cruces con la historia de las últimas décadas, el dibujo de los personajes me produjeron una emoción profunda de la que me cuesta salir, aunque ya la haya terminado. Entre esas emociones, identifico también gratitud. Hacia la autora, hacia la literatura y hacia el arte, que permite que podamos movernos también entre otros mundos más allá del que nos toca vivir.

Enriquez ganó el Premio Herralde de Novela 2019.