Por: Silvina Torviso
Al principio Aira me incomodaba bastante. De tan imprevisible, lo sentía traicionero (como si Aira me traicionara a mí) o al menos poco confiable.
Lo primero que leí de Aira fue “Ema, la Cautiva” hace muchos años. Hace dos lo volví a leer. Si bien me había parecido más que bien escrito, también me había molestado el cambio de tono, que pase de la novela histórica a la fantasía más desbordada me descolocó (más bien me enojó).
Parece que yo esperaba una lógica interna, una cierta Gestalt ordenada, configurada, un sistema que funcionara acompasado, como un Mondrian. Eso no sucedió.
En las novelas cortas, ¿cuentos largos?, de Aira hay fracturas, discontinuidades, disloques de espacio, tiempo, tono, clima, retórica, coloratura. Siempre me he autopercibido como abierta a los juegos del lenguaje y a las experimentaciones formales, pero se ve que no lo he sido tanto.
Debo reconocer que no entendía muy bien su éxito, que encontré desmesurado. Tiendo a sentir una herida narcisista cuando me pasa eso, por eso insisto. Insistí por el lado del arte y ahí fui entrando más fácil: en los ensayos sobre arte me conecté mejor.

“Cómo me hice monja” fue elegida por el diario español El País como uno de los 10 mejores libros de ficción del año 1993.
Después vino “Artforum, Pinceladas Musicales” y ahora este: “Cómo me hice monja/La costurera y el viento”. No sé qué huellas habrán ido dejando estas lecturas en ese transcurrir: el absurdo que antes me agobiaba ahora me interesa, el delirio que antes encontraba innecesario ahora lo siento poético.
En fin: ahora que ya sé que un libro de César Aira nos puede llevar a cualquier lado y por cualquier camino, y me entrego entusiasta y dócil a esa incógnita. Creo que hago bien, y voy por más.
SOBRE CÉSAR AIRA
Nació en Coronel Pringles en 1949 y desde 1967 vive en en el barrio de Flores, CABA. Desde 1980 ha publicado más de un centenar de obras, en su mayoría novelas y relatos a las que define como “cuentos de hadas dadaístas” o “juguetes literarios para adultos”. Muchos de sus libros han sido traducidos y publicados en Francia, Inglaterra, Italia, y Brasil. También es traductor, y ha dictado festejadísimos cursos en la UBA y en la UNL.
Su novela corta “Cómo me hice monja” fue elegida por el diario español El País como uno de los 10 mejores libros de ficción del año 1993, lo que le dio su reconocimiento en el ámbito literario y le proyectó en medios literarios más amplios.
Oscar Daniel Molina (Konex 2007) escribió: “Aira no sólo escribe (y publica) más rápido de lo que los lectores podemos seguirlo –lo que lo asemeja a los magos: “la mano más rápida que el ojo”– sino que además su literatura tiene el sabor de la alegría –otro parecido con los magos. … En sus libros siempre hay un plus, un “algo más allá del tema”, una vuelta de tuerca que los hace únicos. Aira es uno de los pocos escritores cuyos libros provocan un estado de gracia en el lector. Como sucede con la literatura de Copi, también la de Aira es una escritura de la velocidad: un pequeño detalle dispara una catarata de sucesos impredecibles, y todo muy rápido. Ese vértigo, casi psicodélico, comienza provocando risa y termina conduciendo a la felicidad”.