Juan Manuel Archoni (32) está caminando por un solitario pueblito a 300 kilómetros de Madrid y atiende el teléfono. Está emocionado porque visitó a su amigo y está volviendo a la capital española porque esta noche toca su novia, Julia Agra, en el Movistar Arena ubicado en el glamoroso barrio Salamanca. También está muy contento porque aprovechó para comprarse un terrible Nord Stage 4, prácticamente a la mitad del precio que lo conseguiría en Buenos Aires.
Nacido y criado en Campana, Juan es un conocido músico profesional que en octubre pasado despertó un no menor orgullo vernáculo al acompañar a Luz Gaggi (La Voz Argentina 2021) como telonera del evento musical más esperado del 2024: el show de Paul McCartney en River Plate. “Lo singular es que es el propio Paul el elige quien lo va a telonear, y de entre todas las opciones que le dieron a elegir, a Luz la eligió para la primera noche y a Mat Alba para la segunda. La verdad es que estuvo muy, pero muy bueno… Creo que cuando tocamos habría entre 30 y 40 mil personas en River. Fue una experiencia increíble”, dice.
Entiendo que te agarra en una edad interesante, lo podés agradecer desde otro lugar…
Totalmente. Ya había tocado en lugares grandes, el Movistar Arena de Buenos Aires, por ejemplo, donde entran unos 15 mil espectadores. Pero esto fue otra cosa, y además teloneando a Paul. Lo cuento y parece un sueño.
¿En el Arena para quién tocaste?
Fue sesionando para Marina Wil, una cantautora que me gusta mucho. Es muy buena y talentosa. También toca teclados.

Está la foto en el camarín que vimos todos ¿Cómo fue el encuentro con Paul? ¿Pudiste decirle algo?
Sí, por supuesto. Él nos estaba esperando. Cuando terminamos de tocar, su stage manager nos vino a buscar y nos guió hasta el camarín. Y ahí estaba de campera Uniqlo y de sandalias con medias, muy de entrecasa… Nos saludó uno por uno, nos preguntó cómo nos había ido en el show. Yo estaba muy nervioso, tenía las manos heladas, y me dijo, en Inglés: “¡Qué frías tenés las manos!” Y yo le contesté: “Me estoy por desmayar, te estoy conociendo” y nos reímos todos.
Tiene que haber sido fuerte…
Jamás hubiese imaginado que podría tener un encuentro con él, de ese estilo… es decir, es impresionante el gesto del loco, que espera a los músicos soporte de cada show para saludarlos. Y no fue sólo esa noche, porque estaba de buen humor. Me dijeron que es su costumbre, lo cual es muy impresionante. Yo me quedé, sobre todo, pensando en ese gesto de humildad y respeto por el otro. Él sabe perfectamente que todos lo queremos conocer, y sabe cómo puede llegar a impactar en un músico poder tomar contacto con él. Un tipo que pegó la vuelta tantas veces, no sé, como que el chabón entiende algo más que el resto de nosotros…
Sin dejar de ser una leyenda viviente, como que tiene los pies muy sobre la tierra, ¿no?
Exactamente. Mucha gente me preguntó qué es lo que sentí cuando lo conocí, si percibí alguna especie de aura… Por ejemplo, me pasó con Caetano (Veloso) cuando lo fui a ver al Luna Park. Sentí algo que no había sentido nunca de un ser humano, ¿viste? Es fuerte lo que transmite. Pero lo que puedo decir de Paul es que me pareció muy humano… te diría que es demasiado humano. Nos esperaba con toda su humildad, su postura corporal… no noté ninguna hostilidad, molestia, o compromiso. Todo lo contrario: sentí sus ganas sinceras de conocer a quienes habían tocado antes de él. Y eso me resultó muy inesperado, porque estás hablando probablemente del músico vivo y vigente más importante en el planeta.

¿Cómo te interpeló la experiencia?
La verdad es que estoy bastante pesimista en cuanto a lo que pasa con el mundo en general, y con la música en particular… y esto de Paul fue como cierto baldazo de esperanza para mí. Es decir: gracias a Dios a mí me va relativamente bien y puedo vivir de esto, pero hay un montón de cosas no tan gratas que transitás al ser músico profesional, te movés en un terreno que a veces es complicadísimo… Sin embargo, mirás a este chabón que es el número 1 y sorprende el nivel de humildad que tiene. Vos pensá que lo debe haber hecho 10 mil millones de veces. Debe estar harto de sonreír para la foto, del saludo a un perfecto desconocido a quien no verá nunca más… Debe haber una parte de él que debe estar harta. De hecho, me contaron de varios momentos incómodos con sus músicos teloneros… gente que se desubica… Imagináte que con que te mire a los ojos y te de la mano es más que suficiente.
Un flash que durará para siempre…
Cuando salí de su camarín, obviamente me largué a llorar. Al bajista le pasó lo mismo. Es muy movilizante conocer a una figura de la que ves una imagen de él, o escuchás algo de él prácticamente a diario, a lo largo de toda tu vida. De hecho, lo hablé con mi psicóloga. Ella tiene una foto de (Jacques) Lacan en su consultorio. Entonces, en un momento de la sesión miré la foto y le dije: “Mirá, es como si vos lo hubieses conocido a él…” Fue un gran regalo. Sólo pensá en el hecho de que siga vivo y tocando: ¡tiene 82 años! La mayoría de sus contemporáneos están muertos o postrados, muchos de ellos porque no pudieron parar con los excesos y se hicieron poronga. Y te diría que hasta eso es un gesto de generosidad del chabón: mantenerse tan bien para que lo podamos seguir disfrutando.
En ese sentido, y si bien Los Beatles también tuvieron su etapa lisérgica, como que la búsqueda iba más por otro lado. Fallido o no, el viaje a la India habla un poco de eso, por ejemplo…
Sí, como que ellos siempre tuvieron otra visión de las cosas. Y también es cierto que tuvieron su reviente, eran jóvenes: todos en mayor o menor medida pasan por ahí. Después viene una etapa de maduración, en la que te volvés un adulto de verdad y ahí vos decidís si vale la pena vivir la vida así o de otra manera. Obvio que no creo que haya que juzgar la decisión de nadie, la vida es demasiada extraña como para pretender juzgar decisiones de esa índole. Pero siento que siempre hubo desde la perspectiva de ellos una óptica muy progresista, de toma de conciencia, de transitar cierta espiritualidad. Como que ellos siempre cultivaron eso, y sobre todo desde dónde pensaban la música, de empujar los límites, siempre experimentando… Básicamente inventaron todo de los 60’s para acá, incluso algo de lo que hoy ya no se habla tanto, que es “ser cool”: Esta cosa descontracturada que hoy un montón de artistas quieren proyectar y no les sale de una manera natural… hablo de sacarle solemnidad al estrellato, digamos. Y eso para mí influenció a generaciones y generaciones de artistas. Y musicalmente, no puedo decir nada… ¿Qué sé yo? Todo lo que escuchás ahora, absolutamente todo, está influenciado por ellos.
¿Qué te enganchó con la música? ¿Qué se escuchaba en tu casa?
En casa mis viejos escuchaban mucha música, mucho Charly García… y ahora yo soy muy fanático de Charly. No sé, cosas que se curtían en los 90’s en las casas, que estaban buenísimas y me quedaron. Me acuerdo de levantarme un sábado a la mañana siendo chiquito, y mi papá reventando los parlantes con La máquina de hacer pájaros… no sé, cosas que cuando sos chiquito no te gustan, pero por atrás sabés que están buenas y no te entran porque todavía no te dá… me pateaban la cabeza. Después, Silvio Rodríguez… toda esa trova que la escucho ahora y me largo a llorar. Mi viejo se ponía a manguerear la vereda y escuchaba el mismo disco dos o tres veces ¡Era buenísimo! Lo ponía re fuerte y sonaba Hipercandombe en todo el barrio. Yo vivía en el VI.TRA.MU. 1, era precioso… al principio me gustaba dibujar, después jugar al fútbol. Ellos me acompañaban en todo eso, pero yo largaba. Y cuando me empezó a gustar la música, no hicieron nada, me dejaron solo. Mi abuelo me regaló una guitarra criolla que tenía en su casa y le empecé a dar todo el día. No podía parar… taca taca taca… Mirá como habrá sido que hasta dejé de jugar a los jueguitos. Después tuve mi primera guitarra eléctrica y mi primera banda: Los Kelpers.

¿Quiénes eran Los Kelpers?
Estaba uno de mis mejores amigos: Augusto Pérez Thomen en voz. Es con quien empezamos a componer cuando teníamos 16 ó 17años. Él es como mi hermano. Crecimos juntos. Después estaba Juan Slavin en el bajo, que también es mejor amigo, me va a ver a todos lados… es un genio, siempre me bancó y me decía que yo podía llegar a ser profesional. Y Juampi Llanos en batería, otro entrañable amigo. Después de eso me puse a estudiar piano formalmente en la EMBA (Escuela de Música de Buenos Aires). Ahí conocí a mucha gente, empecé a producir… De hecho, además de músico soy productor musical y técnico de grabación. Y un poco sin querer, fui convirtiéndome en músico sesionista.
¿Y no componés?
Sí, claro, tengo un montón de material solista, pero todavía no publiqué nada. Estoy medio peleado con todo eso. En este momento siento como que hay que esperar… es una época rara, como de transición. Hay tanta cosa dando vueltas que es imposible que alguien te preste atención de verdad… No me veo generando una producción propia. A ver: me parece renoble que venga alguien y quiera hacer su disco, aún sabiendo lo efímero que puede ser el arte hoy. Por ahí estás 2 meses pariendo una canción y eso en el oído de la gente no dura ni 1 minuto, porque viene otra cosa.
¿Por dónde pasan tus gustos musicales hoy?
Escucho de todo, pero te voy a contar que estoy escuchando ahora: hay un compositor muy bueno, argentino, es medio antisistema… Lucas Marti. Es el hermano de Emmanuel Horvilleur. Está increíble lo que hace, arma las producciones en su casa, tiene temas espectaculares. “Basta de Berlín” me encanta: habla del destierro de los jóvenes argentinos en Europa, que se fueron buscando una oportunidad. Me parece una de las mejores canciones que hizo alguien en estos últimos tiempos, porque habla de algo de lo que nadie habló. Para mí, esa canción está en el rango de lo genial…