Néstor Bueri, Psicólogo Social y alma mater de “Campana Up” y la “Sub 70” comenta sus impresiones sobre los dos espacios que comparten al fútbol como excusa de encuentro e higiene emocional.
Pasó tanto tiempo que perfectamente podría haber sido un sueño: tenía sólo 7 años cuando, representando a la Escuela 9, junto a sus compañeritos fue campeón invicto de la primera edición de la categoría “Mosquito” en el “Baby” del club Plaza Italia, en 1969. Es mas o menos desde entonces que su vida está atravesada por el fútbol, deporte que llegó a practicar de manera semi profesional al integrar la Tercera de Villa Dalmine en los albores de los años 80’s.
Hoy, Néstor “Tapón” Bueri (63) es sinónimo de fútbol recreativo en Campana, merced a dos singulares iniciativas que gestó combinando su amor por la pelota y una personalidad cuyo rasgo dominante es la empatía: “Campana Up”, instancia de voluntariado que ya tiene 10 años; y la “Sub 70”, grupo de fútbol Senior que nació luego de finalizada la pandemia del COVID 19.
¿Qué te dio por estudiar Psicología Social?
Me recibí de grande, a los 50. Siempre me interesó la Psicología en general y cuando se presentó en Campana la posibilidad de estudiar algo medianamente asociado a la temática me anoté enseguida. Me encantó… a través de la Psicología Social ves como el entorno influye en el individuo: todo lo que te pasa está atravesado por algo o alguien más; y desde esa mirada el Psicólogo Social aborda o interviene grupos de personas con la finalidad de allanar caminos, asociarlos y potenciarlos. Como trabajo final para recibirnos presentamos un estudio sobre las peleas a la salida del boliche en Campana; pero yo quería hacer algo con el fútbol infantil. La pregunta que quería contestar era por qué no había niños con Síndrome de Down en el fútbol infantil. Hice todo un trabajo de campo para el cual me entrevisté con profesores de Educación Física, Directores Técnicos, entidades, maestras de Educación Especial, Psicopedagogas, padres, niños… En ese tiempo me la pasé viendo fútbol infantil e incluso hasta gravaba videos de los partidos. Me encontré con padres alienados, gritando cualquier cosa a los pibes, o directamente entrando a la cancha y parando partidos…
¿Y cuál fue tu diagnóstico?
Básicamente, que el entorno adulto contamina la esencia lúdica de los niños. Por lo menos hasta los 10 ó 12 años la carga no debe ni tiene que estar puesta en competir o ganar sino en divertirse, simplemente jugar por jugar. Yo pongo a un nene con Síndrome de Down o algún retraso madurativo con nenes sin discapacidades, y te aseguro que van a jugar tranquilamente. Hablamos de jugar. Después sí, de los 10 ó 12 en adelante podés asignar roles, hablar de táctica, trabajar técnica… ya no sólo jugás a la pelota sino que empezás a jugar al fútbol. Mientras tanto, muchas escuelas de fútbol se jactan de formar personas y en realidad, tal vez sin querer, les roban a los nenes la inocencia del juego de manera prematura.
Así nace “Campana Up”…
Así nace “Campana Up”, como un espacio (no escuela) de fútbol para niños con Síndrome de Down. Después se acercaron también padres de niños que no eran aceptados en escuelas de fútbol porque tenían algún retraso madurativo, autismo, trastorno del desarrollo… En “Campana Up” todos son bienvenidos a jugar. Pasaron 10 años, hoy casi todos son adolescentes, pero siguen disfrutando como el primer día: no se enojan si les hacen un gol, si uno le da un pase al contrario, o si una nena no sabe patear… porque están jugando. “Campana Up” apunta al juego, y jugar tiene que ser divertido. Es simple: cuando eras chico, y un amigo te invitaba a jugar a la pelota, vos ibas sin dudarlo. Ahora, si te decían: Ché, ¿Vamos a competir y el que pierde llora? ¿Vos hubieses aceptado? Ojo, te lo digo yo que no me gustaba perder ni a las figuritas…

“A Campana Up puede venir cualquiera, porque además es gratuito y no hay límite de edad”, dice Néstor.
Entonces “Campana Up” ¿Es un formato creado por vos luego de ese estudio que hiciste?
Sí, no está copiado ni adaptado de nada similar. Yo pienso que “Campana Up” es “exclusivo” porque es “inclusivo”… Por ejemplo, gracias a las redes ahora nos invitaron desde “Banfield Integrado” y ya veré cómo trabajan. Pero una cosa es integrar y otra cosa es incluir. A “Campana Up” puede venir cualquiera, porque además es gratuito y no hay límite de edad.
¿Hay una dinámica o sólo se trata de llevar una pelota y que jueguen nomás?
Siempre estoy observando como un facilitador de la experiencia. Para elegir los equipos nombramos capitanes y hacen “pan y queso”. Ahí puede estar Messi esperando y ellos no lo van a elegir porque ellos no están pensando en ganar. Van a elegir al nene o nena que conocen y quieren. Esa es la gran diferencia. Son unos 20 chicos y chicas: nos juntamos los sábados a la mañana en el club San Lorenzo que es el único lugar en Campana que no nos cobra. Son dos horas… o el tiempo que dé. Primero hacemos una “caminata social”. Ahí yo observo los subgrupos que se forman, qué es lo que van hablando, los humores de ese día… después movemos un poco la pelota y viene el partido. Al final, hacemos campeonato de penales. A ellos les encanta patear penales… elijen capitán, árbitro… ahora tenemos VAR y todo.
¡Epa! ¿Cómo es eso del VAR?
Si hay alguna duda sobre si la pelota entró o no, consultamos el VAR, que es un celular adentro de una caja (Ríe). Nosotros trabajamos sobre tres fundamentos: la repetición, la continuidad, y lo motivacional. Pero el foco principal está puesto en lo motivacional. El estímulo motivacional tiene que ser tan exagerado como honesto. Cuando tienen algún logro, individual o colectivo, festejarlo y en lo posible exageradamente. Ellos necesitan esa recompensa afectiva. La discapacidad es muy singular… Tiempo atrás con la profe Florencia Martín armamos un proyecto que bautizamos “Día de la Independencia”. Eran 5 chicos con discapacidad con los que buscamos ciertas metas de autonomía: atarse los cordones, hacer mandados, encender una hornalla… muchas veces la clave pasa por perder el miedo a no poder, fracasar, lastimarse. Los padres tienen miedo, los chicos tienen miedo… Fueron 6 meses y como cierre fuimos a cenar. Esa noche, una de las nenas atinó a abrir ella sola su botella de gaseosa y la alentamos a que lo haga. Nunca lo había hecho. Le costó, pero lo hizo. Imagináte que todos lloramos de felicidad…
¿Y qué devolución tenés de los padres de “Campana Up”?
La mejor. Imagináte que están muy agradecidos… en estos 10 años llegamos a ser varios voluntarios, hoy me apoyo en un papá que se queda y me da una mano los sábados, pero lamentablemente no contamos con más voluntarios como para hacer más cosas como antaño. Hasta el año pasado teníamos la categoría “Pulguita” con los más chiquitos quienes se quedaban con un profe y yo trataba de trabajar con sus padres, brindarles herramientas… ahí aprendí lo que luchan día a día los padres de los chicos con discapacidad: que el CUD, que la escuela, que la maestra integradora, que el transporte… Así que si vienen a “Campana Up” y me confían a su nene 2 horas para poder hacer sus cosas el sábado a la mañana está más que bien para mí porque, además, yo la paso bien. Para mí es igual que ir a jugar a la pelota con mis amigos.
Bueno, de hecho lo hacés con la Sub 70…
Es verdad. Los viernes a la noche me junto con la Sub 70 en el complejo Arena de la Perón, y los sábados a la mañana con los Up en club San Lorenzo.
Con horarios, pero el mismo aroma al viejo potrero…
Tal cual. Pero lo cierto es que aquel potrero no vuelve más… Cada vez es más difícil encontrar una canchita pelada, sin límites precisos, donde haya nenes jugando a la pelota despreocupadamente hasta que caiga el sol. Campana creció y cambió. Antes más o menos nos conocíamos todos y tenías la libertad que te daba la tranquilidad de aquel entorno pueblerino.

Partiendo al Mundialito Senior de Tandil, junto a Esteban “Cebolla” González y Ramón “Chupete” Churruarín.
“Campana Up” y la “Sub 70” parecen dos caras de una misma moneda…
Algo de eso hay, porque la Sub 70 está abierta a todos los que se quieran sumar. El tema pasa por moverse un poco y jugar por jugar… Arrancamos en el 2021 después de la pandemia y de años de no jugar a la pelota. Empezamos siendo 7, hoy somos como 60 y tenemos que alquilar 2 canchas de 9. Los jueves vemos por el WhatsApp quiénes se anotaron y ahí se definen los 4 equipos de ese viernes, de manera tal que los partidos sean lo más parejos posible. Nos reímos, nos aplaudimos, nos cargamos… incluso viajamos a los Mundialitos Senior de Tandil, Mar del Plata y Pilar. Tenemos gente a la que el COVID le pegó mal y esto la resucitó. Porque en realidad la SUB 70 es de lunes a lunes y no sólo el partido del viernes. El grupo de WhatsApp explota de fotos, comentarios, chistes, recuerdos… Hubo encuentros y reencuentros. Por ejemplo, yo conocía a Esteban “Cebolla” González de las inferiores de Villa Dalmine. Incluso compartimos algún vestuario… todo bien, pero poca bola. Hoy, gracias a la Sub 70, te puedo asegurar que es un tipazo y lo siento muy cercano. Quien más, quien menos, a todos les pasa algo parecido. Encima, disfrutamos como locos jugando a la pelota, incluso bajo la lluvia. El barro ya no está, el césped es sintético y los arcos son de verdad… pero el espíritu es el mismo que el de los potreros de nuestra infancia.
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INSTRUCCIONES PARA ELEGIR EN UN PICADO
Por Alejandro Dolina (*)
Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quienes integraran los dos bandos.
Generalmente, dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros. Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme a su elección sea cada vez más demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber que sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades.
Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.
El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudaran, lo comprenderán, lo alentaran y lo perdonaran. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños indeseables.
(*) Del Best Seller “Crónicas del Ángel Gris”- 1988