Lic. en Ciencias Política, ex concejal y eterno militante, Fabián Sarna reflexiona sobre la coyuntura política y económica. “Nunca vi en Campana a tanta gente revolviendo la basura, y duele”, señala.

Mi familia siempre estuvo atravesada por la política… Arranca con mi abuelo Coltelli, ahora continúa con mi hijo Alejo. Yo era un pibito de 12 ó 13 años y me la pasaba leyendo una colección de fascículos que se llamaban Historia de las Revoluciones. Imagináte que ni siquiera tenía la capacidad de votar, pero había mucha militancia y participación popular, todo era muy movilizador, había mucha expectativa con la salida democrática, el regreso de Perón y un posible acuerdo con Balbín… Y se hablaba de política en serio, nadie pensaba en los cargos. Se hacía política y después podías llegar o no… la militancia formaba parte de tu vida cotidiana” dice con un dejo de nostalgia Fabián Sarna (63) quien supo ocupar una banca en el HCD de Campana en los años 90. Tres décadas después, su hijo Alejo, sigue sus pasos como actual presidente del bloque de concejales Unión por la Patria.

¿Cambió ese paradigma militante?

Bastante… como que ahora primero se piensa en el cargo y no tanto en las convicciones. Para mí, ese punto de inflexión es el golpe de Estado del 76, que produce un corte muy fuerte en la sociedad. Represivo y también económico, porque se inicia una matriz de endeudamiento externo, fuga y ajuste que llega hasta hoy. No nos olvidemos que en el 76 la Argentina debía sólo 6 mil millones de dólares… un vuelto. Había 2 ó 3% pobreza, 4% de desocupación, es decir casi pleno empleo… Yo soy parte de la generación que nos comemos el golpe militar y la guerra de Malvinas. Para el golpe tenía 15 años y un tío exiliado. Era una época que comenzaba a ser, digamos, compleja… y mi tío Rubén Sarna, el hermano de mi papá, empieza a liderar la JP en Campana. De hecho, en el 76, un mes antes del golpe, se fue a Perú. Estuvo 1 año en cierra chica y cuando lo largaron se fue. Después, volvió cuando gana Alfonsín en 1983.

Y Malvinas no te tocó por poco…

Por poco… Hice la colimba en Bahía Blanca: Infantería de Marina. 14 meses. Y me fui de baja el 2 de abril de 1981: un año antes del desembarco en Puerto Argentino. Es decir, conocí a todos los oficiales que protagonizaron el desembarco del 2 de abril en Puerto Argentino. Mirá si habrán cambiado las cosas, que hoy tenemos a un presidente que dice que uno de sus referentes políticos es Margaret Thatcher. ¡Thatcher! manifiesta enemiga del pueblo argentino, de los combatientes, de los conscriptos, de la argentinidad… la que autorizó hundir el Belgrano. Más allá de que la guerra tuvo lugar en dictadura, la causa de Malvinas no debería admitir discusión. Sin embargo, el país le da lugar a un presidente que admira a Thatcher…

Dejando de lado el complicado contexto político de los 70’s, si uno mira algunas cifras previas al golpe, también era un país distinto.

Ya te digo: no había deuda externa, poca pobreza, casi pleno empleo, una industria nacional en marcha… había un Estado de bienestar a la criolla si querés, no al estilo escandinavo, pero Estado de bienestar al fin. La escuela pública era plena, las empresas de medicina prepaga no se sabía qué eran, la matriz económica pasaba por la producción y no por la especulación financiera… todo eso se empieza a desmoronar. Hay un cambio de paradigma muy profundo con la dictadura, que hasta ahora parece irreversible: estamos sobre endeudados, tenemos menos industria, no crecemos… Además, pasamos de una sociedad muy politizada a una sociedad bastante anestesiada a partir del miedo. Para mí, el ejemplo más claro fue “La noche de los lápices”. En el 76 yo estaba en tercer año del secundario y a esos chicos los secuestran por reclamar por un simple boleto estudiantil. ¡Una locura! Diez pibes y pibas, secuestrados y torturados. Seis de ellos asesinados y desaparecidos. Alumnos secundarios, todos menores de 18. Es decir, hubo un disciplinamiento social san-gui-na-rio. Y estamos hablando de un hecho puntual, un ejemplo de todo lo que pasó. Por eso, cuando hoy se quiere reinvindicar a los genocidas me parece increíble… es una de las discusiones que se tienen que seguir dando para que se caiga en el mismo error. No hace falta tener un desaparecido en tu familia para entender que todo aquello fue una locura. Incluyendo lo de Malvinas: vos en la colimba agarrabas un FAL, tirabas una ráfaga de más y el calor se doblaba el tubo del cañon… imagináte. Con eso fuimos a pelear contra uno de los líderes de la OTAN, más el apoyo de EE.UU. y la colaboración chilena. Porque todos vimos el agradecimiento público que la Thatcher le hizo al cobarde y ladrón de Pinochet. Cualquiera lo puede ver en Youtube.

Siempre se dijo que Campana es “una isla”, por lo menos en términos económicos. ¿Lo era también en términos políticos en los años 70?

Yo era un pibito, pero creo que no. Que se militaba más que ahora, seguro. Mi tío Rubén Sarna tenía un gimnasio y la muchachada se juntaba ahí. También había un montón de bares… se hablaba de política y se debatía todo el tiempo. Era el clima de época y yo mamé ese clima. Por eso también es que me metí a estudiar Ciencias Políticas, en el 81. Era una forma de militar contra la dictadura, formarme para intentar cambiar algo.

Qué raro que la carrera estuviese disponible en plena dictadura…

En la UBA la habían cerrado. Pero tenías Ciencias Políticas en la UCA y en la USAL, que era donde estaban los Jesuitas de Bergoglio. De las dos, la más potable para mi pensamiento progresista era la USAL. Aparte, en la USAL había muchos profesores a los que los habían raleado de la UBA por su pensamiento político… como sea, todos me decían que estaba loco. Tan loco no estaba, porque a los dos años arrancó la democracia.

Y terminaste siendo concejal…

Eso vino después, fue del 93 al 95. Todavía tengo el honor de haber sido el presidente del HCD más joven de la historia de Campana, tenía 32 años cuando asumí. Pero ya te digo, todavía era una época que se hacía política por la pureza de la militancia, por participar. Conforme fue pasando el tiempo, a varios la política le sirvió como negocio personal o familiar. No es mi caso. La política para mí siempre fue un llamado, un compromiso.

Como que ya no quedan muchos románticos, decís…

Hay, pero no tantos como antes. Sigue habiendo pibes que militan en serio, que le ponen todo, o sacan de lo que no tienen para hacer una chocolatada. También es cierto que el fin de una dictadura sangrienta como la del 76 y la vuelta a la democracia fue un momento único e irrepetible, había mucha ilusión en la calle y esa marea te llevaba a participar: para el ’83 se afiliaron 3 millones de personas al PJ, otros 2 millones en el radicalismo…

Hablamos de una militancia actual, tal vez, más racional. Al margen del lado sangriento de los 70’s, y en relación a la chocolatada que mencionaste: yo he escuchado historias de muchachos robándose un camión de leche para después regalarla en los barrios de Campana y después dejarlo en un callejón…

Claro. Eso tiene que haber sido en el 72, 73… había un clima medio de Robin Hood también en la militancia de superficie. Es cierto. Y algo de ese romanticismo llega al 83, por lo menos a quienes estábamos politizados desde chicos: no salimos de un repoyo.  

¿Y ahora? Es como que nos fuimos al otro extremo. La semana pasada la UNICEF alertó que más de 1,5 millones de chicos en Argentina se van a dormir sin comer. Y no pasa nada…

Y eso que muchos de los indicadores de hoy son peores que en el 2001. Muchos sectores la pasan mal o muy mal. Evidentemente todo este malestar se va a manifestar el año que viene en las elecciones legislativas. Lo dijo el otro día Leandro Santoro: si en lugar de 100 diputados tenés 130, muchas de las leyes que hoy están, no estarían. Las cosas pueden cambiar, pero necesitás el número. También es evidente que nadie quiere que haya violencia. Los momentos de violencia en la Argentina se pagaron caros. Incluso el 2001 se pagó caro: 39 muertos y 500 heridos… Vos no querés ir a una manifestación sin saber si vas a volver. También es cierto que hoy, en la provincia de Buenos Aires, hay una gran contención socio económica de parte del Gobernador. Si no fuera así, no sé qué estaría pasando en el cono urbano… A ver: recién van 8 meses de gobierno y hay sectores en Campana que están boqueando. PyMEs, comercios… lo que vos quieras. Veo gente revolviendo la basura como no lo veía hace rato. No en la Matanza, acá. Es decir, Campana no es más una isla. No hay mucha vuelta: se cae el consumo, se cae todo…

Vos tenés un local, Real Sport, sobre la Rocca. No vendés artículos de primera necesidad…

Es verdad, pero la caída está pasando en todos los rubros. La gente consume menos carne, menos leche… menos de todo. Ya lo vimos con Martínez de Hoz; con Cavallo; con Macri, Caputo y Stuzenegger; y ahora con Milei que los trajo a Caputo y a Stuzenegger de vuelta. ¿Qué puede ser distinto? ¿Qué puede cambiar? Son planes que priorizan lo financiero por sobre lo productivo, y por ende, por sobre el trabajo y la gente. Jamás lo escuché a Milei hablar de industria, de PyMEs, de consumo… jamás. No le interesa. Le interesan 3 ó 4 cositas que pasan por el extractivismo: el litio, algo de minería, algo de soja, Vaca Muerta y no mucho más. Cuando se caen los salarios y los haberes jubilatorios, se cae el mercado interno. Y si se cae el mercado interno, se caen las PyMEs. Y las PyMEs generan el 85% de los puestos de trabajo formal en todo el país.  Entonces, ¿Qué estoy viendo yo en la avenida Rocca? Cuando vos tenés un comercio y tenés que pagar alquiler al alza, luz, gas, impuestos, empleados… ¿Qué puede pasar? Por más que le pongas garra, no llegás. En el gobierno de Macri y Caputto cerraron 25 mil PyMes en 4 años. Acá en sólo 8 meses llevamos 10 mil y sumando. ¿Para qué voy a invertir si no hay mercado interno? A ver: nuestro negocio el año que viene cumple 70 años. Es decir, entre mis viejos y nosotros, con mi hermana, vimos todos los planes y modelos… este ajuste es brutal.

Suena peor que el tristemente célebre “Rodrigazo” de 1975…

Es así. Mirá que yo lo estudié. El shock fue tan grande que el Ministro Rodrigo tuvo que renunciar y sabemos todo lo que vino después. Pero este ajuste es peor que aquel, porque por lo menos tenías sólo 2 ó 3% pobreza, 4% de desocupación; una industria navegando al 75, 80% de la capacidad instalada. Es decir, había colchón para el ajuste. Ahora ese colchón no está ni por asomo… Para colmo, los Diputados le dan un pequeñísimo reajuste a los Jubilados después de que todo lo que perdieron y el Presidente lo veta. ¡A los jubilados! Ni para los remedios les alcanza. ¿Qué podés esperar? Ahí tenés a la casta: los jubilados.

¿Y cómo sigue esto?

Hay que involucrarse. La gran batalla es en las próximas legislativas. Si vos le metés muchos diputados en todo el país, ya no van a poder hacer cualquier cosa. Con la oposición dialoguista la fueron llevando hasta acá, pero ya no es tan así. Los opositores tampoco son boludos y dicen: si esto se empieza a caer, mejor me corro. Si la gente cada vez está peor ¿Cómo puede terminar esto? ¿Cómo están los metalúrgicos? Salvo Toyota que exporta casi lo que produce todo… ¿Cómo están las terminales? ¿Cómo está la industria en general? Este modelo desindustrializador no va. Ahí tenés a Lula en Brasil: una topadora otra vez. Todas las inversiones van para allá y sin RIGI ¿eh? Brasil tiene déficit pero va para adelante… a mí no me vengas a hacer el dibujo: todos los países del mundo tienen déficit. No es por ahí. Flaco: no bancás la educación, no bancás la salud pública, no bancás a los jubilados, no hacés obra pública… ¿Para quién gobernás? Endeudamiento, fuga y ajuste. Para romper esa matriz necesitás poder político. La dictactura la impuso a sangre y fuego.  ¿Cuánto debíamos en el 76? 6 mil millones de dólares. Hoy andamos por los 450 mil y sumando. Desindustrialización… a las puertas de otra fuga de cerebros… millones bajo la línea de la pobreza… tarifas dolarizadas e impagables… En 1975, el 80% de nuestra población era Clase Media. Alta, media, baja… no importa: Clase Media, gente con capacidad de consumo.

Como que nos estamos bananizando…

Claro. Vamos hacia una República Bananera. Un 10 o 15% de la población que ande más o menos bien y que el resto pucheree. Vamos hacia eso. Pagás la leche como un alemán, pagás la carne como un francés, pero tenés el sueldo de un africano… estás complicado, hermano.

Pero, además, y hablando de Lula: te bajás de los BRICS, metés el RIGI con 30 años de vigencia…

Como dijo Cristina: están armando la Potosí del Siglo XXI. Sí, van a venir las inversiones, pero para llevarse todo lo que se puedan llevar y chau, ¡nos vemos en Disney!. Por eso, el debate sigue siendo cultural y político. Mi esperanza está puesta en la militancia, que la hay. También hay que pensar en términos de ciclos políticos, es decir, no es todo tan automático.

Estamos viendo una película que conocemos, la misma crisis, pero ahora potenciada…

Yo conozco a mucha gente de toda la vida. Me paro en la puerta del negocio y hago mi sondeo personal. Si le preguntás a un jubilado cómo anda, a más de uno se le caen las lágrimas. Literal, ¿eh? No estoy exagerando. Lo que veo es que mucha gente la está pasando muy muy mal… nunca vi en Campana a tanta gente revolviendo la basura, y duele. Ves que los comercios ya no saben qué promo armar, qué pizarrón poner en la vereda para que la gente entre a comprar… eso es porque tienen el agua al cuello. Y ves que los que tienen trabajo, tampoco les alcanza o hasta por ahí nomás… ¿Cuál es la perspectiva? Yo siempre voy a apostar a la democracia. Para mí hay que estructurar un encuentro político de todos los sectores que pensamos más o menos lo mismo para enfrentar esto. Hablo del campo popular, progresista, nacional. Necesitamos una síntesis, de una vez y para siempre, que contenga lo mejor del peronismo de Perón, Eva y Kirchner; lo mejor del Radicalismo popular: Hirigoyen, Ilia, Alfonsín… lo mejor del socialismo, de la intransigencia… una síntesis. Y desde ahí poder enfrentar a la derecha: el gran capital concentrado que ahora se instaló en Casa Rosada sin golpe, pero con lawfare, endeudamiento, con cierre de empresas, con disciplinamiento social. Enfrentar eso no es fácil, es el capital concentrado local y foráneo. Yo le pongo las fichas a los jóvenes que le ponen el hombro, que van a los barrios, que militan… más los viejos que quedamos ¿eh? algo tenemos que poder hacer…     

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