Un retrato del Libertador adornó las paredes del salón oval durante la administración Truman; mientras que una réplica de la estatua ecuestre que se encuentra en la plaza San Martín de Retiro, se encuentra en el Central Park de Nueva York. Pistas en las películas “Mi pobre angelito 2” y “Oppenheimer”. Hoy indiscutido, San Martín fue cuestionado por sus contemporáneos en Buenos Aires.

Estrenada durante 2023 y ganadora de 3 premios Oscar, “Oppenheimer” reconstruye las circunstancias científicas, políticas y éticas alrededor de la creación y detonación a manos de EE.UU. sobre la ciudad japonesa de Hiroshima de la primera bomba atómica durante la Segunda Guerra mundial (1939-1945)
Durante el extenso relato de 3 horas, se reconstruye un encuentro a solas del “padre de la bomba atómica” con el entonces presidente Harry Truman en el Salón Oval. Así, no pocos espectadores argentinos tomaron nota de la presencia de un retrato del Gral. San Martín durante la filmación de la escena.
Más allá de la exactitud de la reconstrucción del aspecto de la emblemática habitación durante la segunda mitad de los años 40, lo cierto es que una reproducción del retrato de San Martín envuelto por la bandera argentina adornó varios años la pared del Salón Oval durante la administración Truman.

El cuadro llegó de manos del embajador argentino Oscar Ivanissevich a finales de 1946, junto con un ejemplar de “Capitán de los Andes”, de Margaret Harrison; y un brochure titulado: “Teoría y doctrinas del general Perón”.
Inicialmente, San Martín ocupó la izquierda de la estufa a leña que se encuentra del lado opuesto al escritorio. A la derecha se encontraba un retrato del mismo tamaño de Simón Bolívar; mientras que al centro fue ubicado un cuadro de cuerpo entero de George Whashington.
Tiempo después, esa configuración cambió. San Martín ocupó en soledad un lugar más cercano al escritorio del presidente norteamericano y esa es la decoración a la que alude la mencionada escena de “Oppenheimer”.
EN EL CENTRAL PARK

La taquillera saga de los años 90 “Mi pobre Angelito” también contiene una escena donde San Martín es protagonista, esta vez en el Central Park de Nueva York.
Ciertamente, una copia de la estatua ecuestre ubicada en la plaza San Martín del barrio Retiro de Buenos Aires, se encuentra en el Central Park sobre la 6ta. Avenida. La réplica fue donada también durante la presidencia de Perón a la ciudad de Nueva York en 1950, coincidiendo con el centenario de la muerte de nuestro prócer.
Durante película de “Mi pobre angelito 2”, el guion pone al pequeño Kevin (Macaulay Culkin) saliendo victorioso de sus perseguidores tras una truculenta noche en el Central Park, y el dedo de la estatua de San Martín parece señalarle el rumbo a seguir… Se trata de un poético “guiño argento” del director de fotografía argentino Julio Macat. Durante una entrevista concedida al diario Clarín en 2019 dijo que siempre que puede, incluye alguna alusión a la Argentina en las películas en las que participa.
Hasta aquí, el relato anecdótico relacionado a dos singulares gestos diplomáticos que tuvieron lugar durante la primera presidencia de Perón para con EE.UU. en circunstancias en las que el mundo se había reseteado tras las Segunda Guerra Mundial y que tuvo como protagonista al General José de San Martín: líder de la mayor epopeya militar durante la guerra de emancipación sudamericana de la corona española, y de una de las mayores hazañas militares de la historia mundial.
CUESTIONADO
Hoy indiscutido, también hay que mencionar que San Martín forma parte de nuestras contradicciones políticas argentinas: no fueron pocos los contemporáneos que cuestionaron sus acciones desde Buenos Aires.
Concretamente, ya liberado Chile, en 1819 la élite de Buenos Aires le ordenó que dejara la campaña emancipadora y utilizara al Ejército de Los Andes para reprimir a las fuerzas federales. Fue así que los Unitarios jamás aceptaron que San Martín se negara a participar en guerras civiles.
La principal exigencia de los líderes del Partido Federal era que cada provincia se gobernara a sí misma, y juntas formaran una federación semejante a la diseñada en EE.UU. Las insurrecciones contra el gobierno del Directorio (gobierno central) de Buenos Aires comenzaron en 1814, bajo el mando del caudillo de la Banda Oriental (Uruguay), José Gervasio Artigas. Estas rebeliones se extendieron a varias provincias hasta formar la Liga Federal, aunque nunca llegó a entenderse como un gobierno central.
Para 1816 (año de la declaración de Independencia) las provincias litorales de Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Misiones se sumaban a la Banda Oriental, actuando con independencia del Directorio. Así, durante varios años Santa Fe y Entre Ríos sufrieron varias invasiones del gobierno porteño, pero la situación no cambió.
Estas revueltas interrumpieron los planes del Directorio respecto a la guerra de independencia de la Argentina contra los realistas al restar apoyo tanto al Ejército del Norte, como al de los Andes.
En ese sentido, vale recordar que la batalla de Cepeda (febrero de 1920), finalizó con una completa victoria federal. Entre sus consecuencias estuvieron la disolución del Directorio y el Congreso Nacional, y el comienzo de la denominada Anarquía del Año XX, cuando surgieron las autonomías provinciales. El país quedó desde entonces integrado por las primeras 13 provincias autónomas (al menos desde lo formal).

Daguerrotipo de San Martín a los 70 años. Falleció 2 años después, el 17 de agosto 1850.
Luego de su entrevista en Guayaquil con Bolívar y ya de regreso en Buenos Aires, San Martín decidió emprender un exilio “voluntario”. A bordo del navío “Le Bayonnais”, sin más compañía que su hija Mercedes, se embarcó con destino a Londres el 10 de febrero de 1824.
“Después del cruce de los Andes y de la campaña del Perú, Bernardino Rivadavia comenzó a perseguirlo con operaciones de prensa; lo veía como un competidor para sus ambiciones presidenciales; eso motivó a San Martín a exiliarse en Europa”, señala el historiador Felipe Pigna.
Las finanzas de San Martín en Europa eran ajustadas, dado que el gobierno rivadaviano se negaba a pagarle sus pensiones. Luego de un paso por Londres y Bruselas, en 1930 el Libertador se instaló en Francia con la ayuda de su hermano y de Alejandro Aguado.
Su situación económica mejoró luego de que su yerno Mariano Balcarce y su amigo Tomás Guido consiguieran que Juan Manuel de Rosas, ya en el poder, le abonara el retroactivo de sus sueldos; además de la posibilidad de poner en orden las rentas de propiedades que tenía en estas tierras.