Luego de su presidencia, el “Padre del Aula” supervisó personalmente las obras fundacionales del primer Arsenal Naval del país, hoy la Base Naval Zárate. También vivió una temporada sobre el arroyo Ñacurutú, frente a la terminal portuaria TZ.

La necesidad de crear una Armada y un Parque de Artillería surgió a poco de asumir Sarmiento como presidente en 1868.  Sin embargo, recién en mayo de 1872 el Congreso votó la partida de dinero para la adquisición de buques de guerra y en octubre de 1873 sancionó la ley de creación del primer Arsenal Naval del país con asiento en Zárate (en paralelo, sancionó la Ley de Reclutamiento Militar, compró los primeros buques modernos que tuvo la Nación, creó el Colegio Militar de la Nación, y fundó la Escuela Naval).

La elección del lugar respondió a la defensa del Río de la Plata, y todas las consideraciones giraron en torno del apoyo que podría brindar a las unidades de río dispuestas en las embocaduras del Paraná, del Uruguay y en la isla Martín García.

Las obras aún no habían sido concluidas cuando Sarmiento dejó la presidencia el 12 de octubre de 1874. Pero ocho días después, y tras ofrecerle la embajada de Brasil, el presidente Nicolás Avellaneda lo nombró inspector de obras del Arsenal, cargo con el que llegó a Zárate.

Cuentan las crónicas que tiempo después, entre 1884 y 1885, se instaló en una casilla de madera sobre la isla zarateña, a la vera del arroyo Ñacurutú (cuya desembocadura se encuentra frente a la Terminal Portuaria TZ), donde pasó varios meses plantando frutales con la idea de establecerse definitivamente. (En este sentido, hay que recordar su amor por el Delta: hoy se puede visitar su casa-museo en el Tigre).

Sin embargo, por motivos de salud desistió de esa idea y buscando un clima más benigno, en 1887 finalmente se trasladaría a Asunción del Paraguay, donde falleció a los 77 años el 11 de setiembre de 1888.

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

En 1969 el Arsenal cesó en sus funciones como tal, y luego de una transición, desde 1996 se denomina Base Naval Zárate donde, entre otras dependencias, tiene asiento el Batallón de Infantería de Marina 3. Desde 2005 el predio también alberga a la Escuela Secundaria Técnica 4.

Más allá de sus posiciones políticas, difícilmente el “Padre del aula” habrá imaginado que en las instalaciones que planeó y luego llegó a supervisar personalmente, 100 años después albergaran la peor de las barbaries, expresada en un centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura cívico – militar (1976-1983).

Efectivamente, en este predio permanecieron secuestrados y fueron torturados hombres y mujeres (incluso menores de edad) perseguidos por su militancia política, social y sindical. Según testimonios de sobrevivientes, los detenidos eran conducidos a una zona cercana al río, donde permanecían estaqueados al aire libre o eran llevados a unos galpones, en un sector que hoy pertenece al Instituto de Formación de la Prefectura Naval.

Algunos secuestrados eran “legalizados” como presos políticos y fueron trasladados a las unidades penales de La Plata, Sierra Chica, Devoto y Olmos, mientras que otros directamente fueron asesinados o desaparecidos. Ellos fueron Abel Ippoliti, Blanca Nelly Leonor Buda, Catalina Martha Velazco, Eva Raquel Orifici, Francisco José Bugatto, Héctor Eduardo Parra Pizarro, José Alí; José Alberto Bugatto, José María Iglesias Fernández, Juan Evaristo Puthod, Juan José Berninsone, Julio Camejo, Lidia Ester Biscarte, Luis Alberto Messa, Luis Federico Bosnasco, Mario Omar Palucci, Martha Elena Endrizzi, Raúl Alberto Marciano, Stella Maris Marinich, y Teresa Di Martino.

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