Por Gonzalo Viscardi

Pronto habrán pasado 100 años desde cuando un preso político escribió unos cuadernos con letra microscópica, sin biblioteca ni computadora, y terminó explicando —tal vez mejor que nadie— por qué hoy, en 2025, hay sectores populares de la Argentina votando a candidatos que prometen recortes, privatizaciones y ajuste. Spoiler: no es por ignorancia.

Ese preso era Antonio Gramsci (1891-1937), encarcelado por el régimen de Mussolini en 1926. Lo condenaron a 20 años de prisión, donde perdió su libertad pero no el tiempo escribiendo sus ya célebres Cuadernos que reformularon el marxismo clásico y desarrolló su idea más influyente: la hegemonía.

Según Gramsci, el poder no se sostiene solo con represión, sino también porque logra que sus ideas parezcan “naturales” para todos. Esa hegemonía se construye en la cultura: en los medios, la escuela, la religión, el lenguaje. No se impone: se infiltra.

Por eso no es tan extraño que muchas personas de sectores humildes en Argentina hayan votado y sigan pensando en votar a Javier Milei. Desde Gramsci, esto no es un error, sino el resultado de un proceso donde ciertas ideas —como que “el Estado es el enemigo”, “el mérito alcanza”, o “la casta es el problema”— logran instalarse como verdades evidentes. En lugar de burlarse o escandalizarse, Gramsci propone entender qué relatos ganaron “la batalla cultural”.

Una de sus frases más famosas parece escrita para hoy: “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos.”

Ahora bien, Cuadernos de la cárcel es una obra extensa y fragmentaria. Gramsci escribió más de 30 cuadernos sin orden definitivo, por lo que el abordaje puede resultar abrumador. Una muy buena puerta de entrada es el cuaderno titulado “Apuntes de filosofía de la praxis”, donde desarrolla con claridad la idea de hegemonía, la relación entre estructura y superestructura, y la importancia de los intelectuales en la construcción del consenso. Dependiendo de la edición, este cuaderno puede aparecer como el número 11 (en la edición crítica de Valentino Gerratana) o el número 4 (en otras ediciones en español).

También existen antologías temáticas como Sobre la hegemonía (Akal o Siglo XXI), que reúnen los fragmentos más relevantes sin necesidad de recorrer la obra completa. La buena noticia: muchas ediciones están disponibles gratis en PDF en la web, lo que hace aún más accesible una obra que nunca tuvo intención elitista.

Gramsci no terminó la universidad, pero su capacidad de análisis marcó la historia del pensamiento político. Leerlo hoy no es un ejercicio académico: es una herramienta para entender por qué el poder real se gana primero en la cabeza de las personas. Imprescindible para quienes no se conforman con saber qué pasa, sino que quieren entender por qué lo aceptamos.

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