Condenaron a 20 años de prisión al empresario que en mayo del 2022 asesinó a un hombre a balazos sobre la Ruta 4, a metros de la entrada al barrio cerrado Los Cardales. “Hace 10 o 15 años atrás, D’Aversa habría escapado” señala el Fiscal de la causa, Matías Ferreirós.

Los jueces Daniel Rópolo, Lucía Leiro y Mariano Aguilar, integrantes del Tribunal en lo Criminal 2 del Departamento Judicial Zárate-Campana, acaban de condenar al empresario Gustavo Fabián D’Aversa a 20 años de prisión, tras encontrarlo culpable del homicidio agravado por el uso de arma de fuego de Patricio Glave, y abuso de armas en concurso real entre sí, ya que también se lo encontró responsable de un hecho ocurrido en Villa Bosch en noviembre de 2021.

Las cámaras de la Shell de Ruta 4 y Panamericana fueron clave en los primeros días de investigación.

Cuando la policía llego al lugar ese 6 de mayo, ya había caído la tarde y encontró una Chevrolet Meriva estacionada sobre la banquina con el motor en marcha y a unos metros el cadáver de Glave con 4 orificios de bala. Hubo testigos circunstanciales, pero poca información: sólo la eventual participación de un vehículo utilitario que había escapado del lugar.

Luego se logró establecer que ambos protagonistas se encontraban manejando sobre Ruta 4 en dirección a Los Cardales cuando por una discusión de tránsito se orillan sobre la banquina. Glave se baja de la Meriva y al llegar a la Peugeot Partner golpeó con sus puños a D’Aversa quien, sin bajarse de la camioneta, le disparó 4 veces. No conforme con eso, antes de retirarse, el ahora condenado le pasó por arriba al cuerpo de Glave con su vehículo.

Al momento de su homicidio, Glave tenía 33 años. Estaba casado y era padre de 2 hijas.

33 DÍAS

El primer dato concreto para establecer la identidad del homicida lo aportó a la DDI el Gabinete Forense del CIMoPU, donde a partir de diferentes imágenes pudo reconstruir la desgastada y poco legible patente de la camioneta involucrada y así identificar a su titular. Eso, sumado a información de diferentes foto multas y las imágenes de una cámara de vigilancia sobre los surtidores de la Shell de Ruta 4 y Panamericana, permitió comenzar con la pesquisa en firme y posterior captura del homicida.

El caso llamó la atención a los medios nacionales y fotos de D’Aversa comenzaron a viralizarse. Sin embargo, a D’Aversa se lo había tragado la tierra: durante su fuga, hizo todo lo posible para escapar de la justicia: camufló la camioneta con stikers, luego la abandonó sobre una ruta provincial en el Chaco. No se sabe si efectivamente llegó a cruzar la frontera, pero su teléfono apareció en Paraguay… incluso se hizo enviar una encomienda a Corrientes que nunca fue a retirar.

El raid finalizó 33 días después: por diferentes indicios se logró establecer que se encontraba morando en la casa de una tía, en 3 de Febrero. No sin ofrecer resistencia (intentó escapar por los techos de un vecino) finalmente fue capturado por efectivos de la DDI Zárate Campana y al otro día indagado por el Fiscal de la causa, Matías Ferreirós.     

Se hizo justicia” señala el titular de la UFI 2, al comentar sobre la condena de D’Aversa, y agrega: “Decir que se estableció que Glave ya estaba muerto cuando le pasó por encima con la camioneta, porque si la muerte hubiese sido por aplastamiento, estaríamos hablando de Alevosía y Ensañamiento, y en vez de 20 años le habrían dado perpetua”.  

En un caso así, donde además es evidente que el homicida tiene con qué responder, ¿Los familiares de la víctima pueden ir además por un resarcimiento económico?

Sí, por supuesto. Es su prerrogativa, lo pueden hacer o no. También es cierto que el fuero Penal, prevé la posibilidad de establecer o incluir un resarcimiento económico como parte de la condena. Pero en general no se hace, para dejar abierta la posibilidad de la instancia Civil. En ese sentido, también hay que saber que de haber una condena Penal, para la instancia Civil ya es cosa juzgada: no se vuelven a discutir los hechos, sino el monto de la cuantía.

Además de tener recursos, porque D’Aversa era un empresario exitoso, es evidente que alguna ayuda recibió mientras estuvo prófugo. De hecho, fue capturado en la casa de una tía… ¿No cabe la figura de encubrimiento para los implicados?

Lo que opera ahí es la escusa absolutoria, que es una válvula de escape que abre la Ley Penal para favorecer a las relaciones familiares o cercanas… La ley no exige que entregues a tu cónyuge, a tu hermano, a tu amigo… ¿Se puede pretender un obrar distinto? Sí, claro, visto desde un punto de vista moral. Pero no es exigible penalmente cuando hay una relación cercana.

¿Cómo es el ida y vuelta entre la Fiscalía y la DDI para que una investigación tan compleja prospere?

(Sonríe) Básicamente, ser insoportable… y exprimir todos los recursos. Celeste Esteban, numerario de la DDI local se pasó horas y horas analizando imágenes. Fue un recurso clave.  

Claro, pero no siempre se cuenta con la sensibilidad o la pericia del otro lado. A veces puede haber detalles que pasan de largo ¿Se entiende?

Sí, puede pasar. Por ejemplo, en el caso de Valentina Urbano, cuando levantamos el dato de que una nena de 16 años llegó al Hospital en un vehículo particular, manejado por un hombre de unos 50 años, mandé al Instructor al Hospital. Si nos quedábamos en modo “rutina” y dábamos por sentado que era un caso de intoxicación y no mucho más, los responsables de su muerte habrían quedado impunes…

También es de considerar que ahora la tecnología disponible (léase geolocalización de teléfonos, cámaras públicas y privadas, movimientos bancarios, etc.) también juega del lado de la Justicia…

Sí, absolutamente cierto. Hace 10 o 15 años atrás, D’Aversa habría escapado… Pero también hay que considerar que no fue que el mundo se detuvo por un mes, y no hicimos otra cosa que buscar a D’Aversa. Sin el compromiso y vocación de todas las personas involucradas en la investigación, no lo hubiésemos identificado, ni capturado. Dadas todas las características del hecho, la compleja y extensa investigación, y el haber podido condenar al responsable… sin dudas para Campana es un caso testigo.

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